El carruaje de la capital no se hizo esperar, llegó junto con la desesperanza, y de él bajaron dos preparadoras, un grupo de escoltas con espadas envainadas, y la vendedora con la que ya habían intercambiado correspondencia.
Kimberly Hernandezhas quoted2 years ago
La sangre seca todavía manchaba la carne entre sus piernas hasta las rodillas;
Kimberly Hernandezhas quoted2 years ago
una criatura a la que solo vería una vez acababa de desgarrarla por dentro para vivir, y ese no iba a ser el único daño que le haría.
Impressions
Darel Miguelina Roa de los santosshared an impression2 years ago