En medio de mis recuerdos de personas luchando por salir de mi camino mientras destruía los muebles y prendía las cortinas, una imagen siempre destacó para mí desde ese día. Los ojos de mi padre habían brillado con más orgullo de lo que creo que nunca me había dado cuenta de que era capaz mientras miraba mi estado transformado. Sus labios se habían curvado en una sonrisa y pasó sus manos a lo largo de mis relucientes escamas en un toque que era lo más cercano a un abrazo que jamás había recibido de él