—¿Y no tendré habitación propia? —bromeé con una risita nerviosa.
—¿Alguna queja que aportar sobre dormir conmigo? —enarcó una ceja, divertido.
—Dormir con mi casero me hace sentir incómoda.
—Pues a tu casero le encanta, te lo aseguro.
—Mi casero es un pervertido.
—Tu casero es tu pervertido.