Ella se marchó cuando yo tenía cuatro años. Tener una hija, una familia, la superó. Decidió que no podía con todo y nos abandonó a mi padre y a mí. No he vuelto a verla, aunque me sé su dirección, el 290 de Desmond, apartamento cuarenta y nueve, en Pacoima. La memoricé de una carta que encontré en casa. Iba dirigida a mi padre. El sobre estaba vacío.