Según Daniel Dennett, se nos da tan bien imaginar mundos virtuales completamente diferentes gracias a la riqueza de nuestro lenguaje. Las palabras compartidas permiten que nos refiramos a cosas que están más allá de nuestro campo visual inmediato, lo que aumenta en gran medida nuestra capacidad de cooperación. Para Dennett, esta es la magia del lenguaje: nos permite hablar entre nosotros. De lo que tenemos delante y de países lejanos. Del ahora, del ayer y del mañana. De cosas concretas y de conceptos abstractos, como el amor y la injusticia. De lo que existe y de lo que podría existir. Gracias al lenguaje, nosotros, como especie, podemos planear algo inédito en el mundo. Y, además, lograr nuestros objetivos. Como el gran proyecto de la democracia, por ejemplo.