Gustavo Rodríguez

llegó a admitir que sí, que tal vez la había cagado al buscar un solo responsable en lo que a todas luces era una injusticia de índole universal: a las personas, incluso a las más queridas, se las va olvidando en la medida que nos son menos útiles.

Una radio de Virú fue captada cuando empezaba a sonar una conocida cumbia norteña que preguntaba «Ay, ¿por qué será?, cuando voy a enamorarme siempre pierdo».

«sé que me amarás por más que te cuente mi mayor secreto».

que esa era una de las características de envejecer: no saber nunca si se acaba de hacer algo por última vez.

Dos personas que cantan juntas espontáneamente logran una intimidad tan breve como difícil de repetir

porque lo único peor que el miedo a ser un viejo solitario es el miedo a ser un viejo solitario y sin dinero

Llega una edad en que la felicidad consiste en que nada te duela demasiado.

Hay pensamientos que nacen de asociaciones tan íntimas, que lanzados fuera de la cabeza suenan a chifladura

nada protesta más contra la vida que un cuerpo que se deja hundir en el agua, aunque en este caso se tratara de un colchón.

una muerta que respira, sin ilusiones, sin amistades, sin un Nico al cual abrazar y con docenas de verduguillos infligiéndote dolor mientras esperas que el tiempo acabe con tu agonía