es

Amy Tintera

Books

Quotes

Solhas quoted2 years ago
—Cierra la puerta —dijo su madre.
Él la cerró de golpe y el sonido resonó por toda la habitación.
—¿Todo bien?
—Llegó la pintura —su madre tenía los labios rígidos, y había en su semblante una expresión que él no había visto nunca. Si su madre hubiera tenido una espada, él habría dado un paso atrás.
—¿El de Mary y sus padres?
Miró la pintura con los ojos entrecerrados. Nunca había visto al rey y a la reina de Vallos, pero no creía que esa joven de cabello oscuro fuera Mary. Tenía la piel más blanca, los ojos más claros, y rasgos delicados y elegantes, como si pudiera romperse con un fuerte empujón. El hombre y la mujer estaban en pie detrás de ella. El hombre tenía unas cejas muy tupidas, y llevaba el cabello castaño claro recogido en la nuca. La mujer era tan blanca y delgada como su hija.
—Creo que les mintieron —dijo Cas—, pero era un lindo detalle.
Su madre empezó a respirar agitadamente, como si hubiera estado corriendo.
—No enviaron la pintura equivocada. Éstos son el rey y la reina de Vallos.
—¿Entonces ella quién es? —preguntó Cas señalando a la joven.
—¡Ya despierta, Casimir! —dijo su padre bruscamente.
—Es Mary —dijo la reina con voz temblorosa. Apretó los puños en sus costados—. La pregunta es: ¿quién es la mujer con la que te casaste?
El mundo se inclinó y Cas se sostuvo de la orilla de la silla mientras se sentaba. Era absurdo. ¿Quién tomaría su lugar? ¿Por qué? ¿Dónde estaba la verdadera Mary?
Sobre todo, ¿quién había dormido en su cama la noche anterior?
—¿Por qué? —consiguió decir entrecortadamente. Su boca no podía formar ninguna otra palabra.
Solhas quoted2 years ago
Se le fue el alma al suelo.
Era Cas, de rodillas, con una espada contra el cuello. Un hombre armado y con expresión decidida se preparaba para cortarle el cuello.
Comenzó a moverse antes de darse cuenta de que iba hacia él, sin hacer caso de los gritos a sus espaldas.
De repente ya no vio a Cas, y por un terrible instante pensó que el hombre había conseguido matarlo, pero Cas se alejó de la cuchilla y se levantó de un brinco a una velocidad que Em nunca había visto. Y ella que creía que cuando pelearon con espadas él había dado todo de sí.
Em saltó sobre una vid, con los dedos sudorosos en la empuñadura de su espada. Cas arrojó su cuerpo contra el hombre y ambos cayeron.
Cas se puso en pie. Tenía la espada en las manos. Em, a unos pasos de él, se detuvo tras un resbalón, justo a tiempo para ver cómo Cas hundía la espada en el pecho del hombre.
Cas se dio la vuelta, con la espada llena de sangre aún suspendida en lo alto frente a él. Sus miradas se encontraron.
Estaba sucio, con los pantalones manchados de algo oscuro, probablemente sangre. Llevaba una camisa azul del personal del castillo abotonada a la mitad y llena de mugre. Tenía unas grandes ojeras oscuras. Había envejecido no tres días sino tres años.
Se le crispó el rostro, y Em pudo sentir cuánto la odiaba. La odiaba con todo su ser, la odiaba con una intensidad para ella desconocida.
La embistió, y Em levantó la espada justo a tiempo para bloquear el ataque. El ruido de sus espadas resonó en todo el bosque. A Em el corazón le empezó a latir tan fuerte que sintió náuseas.
—Cas… —dijo Em, tragándose las palabras cuando él cargó contra ella.
Cas le hizo un corte en el cuello con la cuchilla y Em retrocedió.
Él la siguió, blandiendo la espada peligrosamente cerca de su pecho. Ella la bloqueó y levantó su espada para protegerse del siguiente ataque.
Cas le lanzó una patada a la rodilla. A Em se le doblaron las piernas y se desplomó, pero sin dejar de empuñar firmemente la espada. Apenas logró levantarse.
Cas tenía la espada apuntándole al cuello.
Em tomó aire. Cas estaba jadeando, con la expresión crispada y furiosa. No sólo estaba enojado: iba a matarla.
Ella pensó en disculparse, pero no estaba segura de querer que ésas fueran sus últimas palabras.
La cuchilla frente a ella tembló ligeramente, y Em levantó la mirada hacia Cas. Él apretó los labios. Una tristísima expresión de derrota le surcó el semblante.
Empezó a bajar la espada.
El cuerpo de Em se desplomó aliviado. Ella abrió la boca, buscando desesperadamente qué decir para que él no cambiara de opinión y la matara de inmediato.
—Yo…
Sus palabras acabaron en un grito ahogado cuando una flecha pasó zumbando frente a ella. Cas tropezó cuando se le hundió en la carne.
Abel Castillo shotohas quoted2 years ago
como resortes, y la espada cayó al suelo con estrépito.

Pipipi

Impressions

Javiera Carrascoshared an impression2 years ago
👍Worth reading

Es un poco lento, pero adictivo. Una distopia fácil de leer

  • unavailable
    Amy Tintera
    Reiniciados
    • 99
    • 2
    • 7
    es
  • Solshared an impression2 years ago
    🎯Worthwhile
    💞Loved Up
    😄LOLZ
    👍Worth reading

  • unavailable
    Amy Tintera
    Ruina
    • 95
    • 15
    • 1
    • 2
    es
  • fb2epub
    Drag & drop your files (not more than 5 at once)