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tú arremetías con tus palabras sin precaución; no tenías lástima por nadie, ni en ese momento ni después.

“Aun años más tarde me perseguía la visión torturadora de ese hombre gigantesco”.

“Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas”

pero no todos los niños tienen la resistencia y la determinación para buscar por tanto tiempo hasta encontrar la bondad.

Por favor, padre, entiende que por sí mismos estos son detalles completamente insignificantes. Solo empezaron a ser deprimentes para mí cuando tú, el ser humano enorme, determinante, no observabas los mandamientos que tú mismo habías impuesto.

Pero tú estabas frente a mí y todo te parecía estar en “contra”, cuando evidentemente esto solo era una consecuencia de tu fortaleza y de mi debilidad.

Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas”.

Si yo, en esta relación especialmente infeliz en que me encuentro contigo, quisiera ser independiente, debería hacer algo que en lo posible no tenga ningún vínculo contigo.

Y es que Kafka, quien nunca tuvo noticias de su grandeza, vivió constantemente intentando ocupar un espacio, aunque fuese insignificante, en el corazón de su padre, frente a quien se sentía diminuto. En sus palabras: “Me sentía patético, no solo ante ti, sino frente a todo el mundo, pues tú eras la medida de todas las cosas”

Representas para mí el enigma que poseen todos los tiranos, cuyo derecho se basa en su persona y no en su pensamiento.