Raquel G. Rojas

Otra decisión inconsciente y despreocupada de sus irrevocables consecuencias, una elección que determinaría el resto de su vida.

oseía una especie de discreta belleza que te atrapaba sin darte cuenta. Tenía más que ver con quién era ella.

n era ella.
Había tanta tristeza en sus ojos mientras hablaba

Pero ella lo amaba, siempre se esforzaba por amarlo; si había una cualidad que la definiese, era su lealtad.

Violet se asombraría de la capacidad que tenemos para no querer afrontar la verdad. De cómo la rutina de nuestras vidas, la seguridad de las costumbres y las comodidades impiden que

s hagamos preguntas sobre los indicios y las señales que la realidad nos brinda. Podemos ignorarla, poner excusas y olvidar lo que queramos.

nos hagamos preguntas sobre los indicios y las señales que la realidad nos brinda. Podemos ignorarla, poner excusas y olvidar lo que queramos

Era sensual la vivencia de los libros de su esposo: la textura, los aromas dulces o acres, el tacto rugoso de una página sin guillotinar.

una página sin guillotinar.
Violet había creído que compartían el mismo amor por los libros; esa fue una de las razones por las que se enamoró de él. Pero lo que a ella le gustaba era el contenido, el desarrollo del pensamiento, el vuelo de la imaginación. No le interesaban la textura del cuero viejo ni la pulpa prensada de los árboles caídos.

hora solo sentía un leve endurecimiento del corazón y una dolorosa opresión, como si se estuviera volviendo menos generosa y amable, empequeñeciendo como persona.