Amalia Bautista

niños lo sabemos casi todo,

o casi todo lo importante, al menos.

Lloramos si tenemos hambre o frío,

cuando sentimos miedo,

cuando algo nos duele.

Pero crecemos y olvidamos cosas,

por lo menos, las cosas importantes.

Ya casi no lloramos

y confundimos

alimento y veneno.

De niños lo sabemos casi todo,

o casi todo lo importante, al menos.

Lloramos si tenemos hambre o frío,

cuando sentimos miedo,

cuando algo nos duele.

Pero crecemos y olvidamos cosas,

por lo menos, las cosas importantes.

Ya casi no lloramos

y confundimos

alimento y veneno.

Los años que ya tengo, mejor dicho,

los años que me tienen,

el atado de años que me incluye

avanza a duras penas

por las arenas del desierto

como un tanque de orugas.

Y cada vez le cuesta más

subir las dunas,

bajar los precipicios

y mantener la dignidad del movimiento.

Nos reproducimos, nos multiplicamos

como si eso le importara a alguien

que se ha olvidado de nosotros.

Ya casi no lloramos
y confundimos
alimento y veneno

SOÑAR CON UNA RATA
¿Qué significará soñar con una rata?
Algo feo, seguro.
Algo que en este instante de mi vida
elijo no saber.
Que nadie venga a darme explicaciones,
a hablarme de lo sucio, lo podrido, lo enfermo.
Lo peligroso.
No quiero ni siquiera aventurar
o imaginar.
Prefiero no saber
por qué en este momento de mi vida
soñé con una rata
ni por qué lo recuerdo

Ella fue mi primera
idea de la muerte:
la sangre de las venas se convertía en agua

Los sueños martirizan

a quienes pocas veces

los recordamos.

Pero, al fin, para qué

si nunca soporté a los indecisos.

amante complaciente.

Han pasado los años

y no has perdido el título.