llamativo de esta película no es solo la intensidad de su rabia, sino la profundidad de su análisis. En una época en que tendía a retratarse a las personas con sida como gente indefensa y aislada, que moría despreciada y sola, David se niega a adoptar la identidad de la víctima. En vez de eso, explica con frases rápidas y lúcidas que el virus revela otro tipo de enfermedad, la que afecta al propio sistema de Estados Unidos.