Utilizó la extenuación del cuerpo para abotargar sus sentidos. Se saturó de fiesta, de ruido, de estímulos, de bebida, de sexo, de distracciones, en definitiva, todo para no parar, para no estar en silencio, por si acaso se escuchaba a sí misma, o por si acaso escuchaba, de repente, a esos seres a los que rezaba.