San Agustin De Hipona

  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted6 days ago
    Como yo le preguntara a qué causa se debía, pues, que de ella partieran muchos pronósticos verdaderos, me respondió él, como pudo, que es debido a la fuerza de la casualidad, esparcida por doquier en la naturaleza de las cosas. Y es que si de las paginas de un poeta cualquiera que canta y quiere decir algo totalmente diferente, cuando al azar uno lo consulta, puede salir a menudo un verso que coincide sorprendentemente con un propósito dado, decía que no tenía nada de extraño que desde el alma humana, que en virtud de un instinto superior no tiene conciencia de lo que se produce en su interior, pudiera emitirse un sonido que, no por ciencia sino por coincidencia[40], armonizase con los hechos y las cosas de quien pregunta
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted4 days ago
    adoran y sirven a la creación antes que al creador.
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted4 days ago
    Porque al igual que es mejor quien conoce que posee un árbol y te da las gracias por su disfrute —por más que desconozca o bien cuántos codos tiene de altura o bien cuál es la anchura de su copa— que aquel que lo mide y enumera[57] todas sus ramas y no lo posee ni conoce ni ama a su creador, así el hombre fiel, de quien es todo el mundo de las riquezas[58] y, como si n
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted2 days ago
    Así que qué desdichado era yo! ¡Y cómo lograste que sintiese mi desdicha aquel día en que, cuando me preparaba para recitar al emperador sus loas[63] —en las que decía muchas mentiras y al mentir recibía el aplauso de quienes sabían que mentía— y estaba mi corazón ávido de tales preocupaciones y bullía en las fiebres de pensamientos infecciosos, al pasar por un barrio de Milán contemplé a un pobre mendigo ya, como creo, bien «cargado», chanceándose y alegre! Y me eché a llorar, y hablé con los amigos que me acompañaban de los muchos dolores de nuestras locuras, porque en todos aquellos afanes míos como aquellos por los que me desvivía entonces —arrastrando la carga de la infelicidad bajo los azotes de las ambiciones y aumentándola al arrastrarla— no quería llegar a otra cosa que a una alegría sin riesgos, lugar al que aquel mendigo ya me había anticipado que quizá nunca llegaría.

    En verdad que lo que aquél ya había conseguido con unas monedillas, pocas y mendigadas, era lo que yo ambicionaba con tan fatigosos desvíos y rodeos, es decir, la alegría de la felicidad temporal. Cierto es que aquél no tenía un gozo[64] auténtico, pero también que yo con aquellas ambiciones buscaba algo mucho más falso. Aquél estaba alegre, no hay duda, yo inquieto; aquél despreocupado, yo tembloroso. Y si alguno me hubiese sometido a interrogatorio sobre si prefería saltar de gozo o senti
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted2 days ago
    le hubiese respondido: «saltar de gozo». Si me hubiese interrogado de nuevo sobre si prefería ser como aquél o como era yo entonces, me hubiese elegido a mí, aun agobiado de preocupaciones y temores: pero por perversión. ¿Y no sería por verdad…? El caso es que no debía preferirme a él en tanto en cuanto tuviese yo mejor educación, porque yo no obtenía gozo con eso, sino que con eso buscaba complacer a la gente, no con el propósito de enseñarles, sino tan sólo el de complacerles
  • José Ricardo Ticante Ramírezhas quoted2 days ago
    las preocupaciones, sino incluso porque aquél había conseguido el vino de buenas maneras y yo buscaba arrogancia con mentiras. Dije entonces muchas cosas sobre esta idea a mis compañeros, y a menudo advertía en éstos cómo me sentía. Y descubría que me sentía mal. Y sufría. Y redoblaba ese mal. Y si algún éxito me había sonreído me disgustaba apropiarme de él porque casi antes de ser atrapado se echaba a volar
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