Al final, la realidad de los 25.000 soldados norteamericanos muertos o heridos en Iraq ha impresionado más a los votantes americanos.
Muchos iraquíes se alegrarán de la muerte de Sadam, mientras que otros compartirán su opinión y lo considerarán un símbolo del país, alguien que hace el sacrificio patriótico supremo. Sin embargo, Sadam es solo uno de los 4.000 iraquíes que van a morir de manera violenta este mes. La guerra tiene ya su propia inercia y los iraquíes están demasiado preocupados por su propia supervivencia como para lamentarse o alegrarse mucho tiempo de la ejecución del hombre que los gobernó durante un cuarto de siglo.