Mario Satz

  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    Pero entre todas estas variedades predominaban las rosas, de las que los persas han creado numerosas variedades y a las que veneran como las reinas de las flores. Su floración se celebraba, en mayo, con grandes fiestas abiertas al pueblo, a semejanza de lo que ocurría, por la misma época, en Japón con los cerezos o sakura.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    el cultivo de la rosa representaba el difícil proceso de la evolución humana que iba del espinoso tallo de la vida profana a la sagrada apertura de los pétalos perfumados. Ishpahán ha conservado unos jardines bastante más sencillos que los arriba evocados, como los de Alí Qapu, Meydan, Chehel Sotún, y algunos patios de mezquitas como la Masjid-i-Jami de Herat. Una de las características más notables de esos jardines profanos son los pabellones de altos postes de madera de cedro, desde los cuales se contempla el jardín por todas sus caras, construcciones que hoy nos recordarían los miradores para incendios de nuestros bosques mediterráneos.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    Existió incluso una sociedad, llamada Los Amigos del Jazmín, cuyos miembros compartían altos secretos relativos al espectro del tiempo, sus despliegues, pérdidas y reencuentros. Lo cuenta Henry Corbin en uno de sus libros sobre el sufismo persa.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    persas reflexionaban: «La desesperación [yas] es un error o una mentira [min]». Quienes lo cultivan, lo huelen o simplemente contemplan atentos se creen alejados de la desgracia al menos durante unas horas, minutos o instantes. Cuando se tiene la dicha de permanecer un rato junto a ese prodigio de la familia de las oleáceas (Jasminum officinale), y es ese momento en que las estrellas abren en el cielo sus corolas de luz parpadeante, paralelo y meridiano se desanudan ante nuestra presencia y el mundo, suelto, se yergue por encima de la cartografía con el orgullo cándido de las vírgenes.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    El mundo antiguo giraba en torno a la irradiación cosmológica de esta ciudad, que cedió a Persia e incluso a Grecia, por no hablar de la Biblia, sus nociones astrológicas y por ende míticas. Curiosamente, entre sus ruinas han aparecido dos símbolos que han llegado a tener un destino contrapuesto en nuestra propia historia: la cruz y la esvástica. E
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    El mundo antiguo giraba en torno a la irradiación cosmológica de esta ciudad, que cedió a Persia e incluso a Grecia, por no hablar de la Biblia, sus nociones astrológicas y por ende míticas. Curiosamente, entre sus ruinas han aparecido dos símbolos que han llegado a tener un destino contrapuesto en nuestra propia historia: la cruz y la esvástica. E
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    y embellecerlos imitando así la tendencia amorosa que subyace en la búsqueda inconsciente de todo locus amoenus, es decir, el deseo de recrear el Paraíso.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    . A diferencia del mito órfico, en el cual el héroe desciende para rescatar a Eurídice del Hades o Infierno, en el relato babilónico es Tammuz—herido de muerte por un jabalí—quien vuelve a la vida por la pasión de una diosa. Así no resulta sorprendente que jardines tan prestigiosos sean lugar de reencuentro de unos amantes a quienes la crueldad de la extinción separó por un tiempo.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    Confundiendo los restos de los zigurats o templos de siete pisos consagrados a Marduk con la Torre de Babel de infausta fama, eruditos y polígrafos cristianos moralizaron la sequedad y el deterioro de los citados jardines atribuyéndolos a la maldad babilónica tal y como es mencionada en el Apocalipsis según san Juan.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted2 years ago
    gradualmente, llegaron a los jardines colgantes6 la mandarina (Citrus reticulata), las castañas acuáticas o pi-tsi (Eleocharis tuberosa) de China; la ciruela translúcida de Armenia y el cardamomo de las islas. En la mente de la reina, y después en la de la esposa de Nabucodonosor, cada espacio verde era minuciosamente amado y protegido por un oasis de privilegio en medio de las candentes arenas y las piedras rojizas de Mitanni, entre Acadia y Sumeria.
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