Thelma Fardin

siempre la salida es colectiva. Nadie se salva solo. Ya sea el arte, los vínculos, el activismo, siempre hay otros y otras con quienes construir una salida.

Porque si hay algo que aprendí es que el sistema busca aislarnos, hacernos sentir las locas exageradas, convencernos de que somos las únicas que viven violencia y de que seremos siempre las marginadas e incomprendidas. Cuando una rompe con esa idea, logra enmarcar su vivencia en un orden social, y al caerse la venda de los ojos descubrimos las salidas colectivas al horror que atravesamos en soledad.

pero quiero abordar la idea de poder cuidarnos en el modo en que rompemos el silencio

En el coraje también hay conciencia. Y lo que traza ese cuidado, es lo colectivo. Porque si ser víctima sólo conduce a inmolarse, no sirve.

Un cuerpo violado es un cuerpo masacrado, por esto Thelma intentó durante muchos años, como lo hacen muchísimas víctimas de abuso sexual, “hacer como si aquel cuerpo no le perteneciera”.

individual se transformó en colectivo. Y lo colectivo desplegó las alas más fuertes para volar hasta la cima de lo histórico.

Nada de lo que hicieron con nuestro cuerpo tiene que ver con nosotras. El amor también es un derecho. La monstruosidad del abuso no puede arrasar con lo que no le pertenece.

, piel, oídos, abrazos. Debemos, en este mundo distópico y brutal, agudizar los sentidos para sobrevivir-nos. Qué lugar perturbador es el de la adultez cuando la realidad nos interpela sin piedad, ¿no?

Para las que

fuimos marcadas por el miedo

como una suave línea en el medio de nuestras frentes

Para todas nosotras este instante y este triunfo

No se suponía que íbamos a sobrevivir.

Y cuando el sol sale tenemos miedo de que no permanezca ahí

cuando el sol se pone tenemos miedo de que tal vez no salga en la mañana

cuando nuestros estómagos están llenos tenemos miedo

de la indigestión

cuando nuestros estómagos están vacíos tenemos miedo

de nunca volver a comer

cuando nos aman tenemos miedo

de que el amor desaparezca

cuando estamos solas tenemos miedo

de que nunca vuelva el amor

y cuando hablamos tenemos miedo

de que nuestras palabras no se escuchen

ni sean bienvenidas

pero cuando estamos calladas

todavía tenemos miedo

Así que es mejor hablar

recordando

No se suponía que íbamos a sobrevivir.

Audre Lorde