Los cambios de humor se producen de forma súbita y explosiva, y lanzan a la persona desde la cima de la alegría hasta las profundidades de la depresión. En un momento está furiosa, en el siguiente en calma, sin tener normalmente demasiada idea de qué fue lo que la hizo explotar así. Y esa incapacidad para comprender los orígenes del episodio le provoca entonces más odio hacia sí misma y la sume en la depresión.