Caminando con Bohr, Heisenberg tuvo su primera intuición de la radical otredad del mundo subatómico: «Si una sola mota de polvo contiene billones de átomos», le dijo Bohr mientras escalaban los macizos de la cordillera Harz, «¿cómo se puede hablar con sentido de algo tan pequeño?» El físico –como el poeta– no debía describir los hechos del mundo, sino solo crear metáforas y conexiones mentales.