David Toscana

  • Vilma Rodriguezhas quoted2 years ago
    mi edad, si no muero por un enfriamiento, será por la caída desde esta altura. De inmediato se avergonzó de hablar. Sabía que el síntoma más claro de la vejez era mencionarla
  • Vilma Rodriguezhas quoted2 years ago
    De aquellos que bajaron a punta de pistola de los tranvías, quedaban cuatro.
    Entre millones y millones de cadáveres, quedaban ellos cuatro.
    Habían sobrevivido a una ejecución, a bombardeos. Guerra, epidemias y prisión. A la viruela. Al correr de los tranvías. A las espinas de pescado. A las balas perdidas. Al paso de los años. A la mano de dios y los caprichos del diablo. A los maridos celosos. A las amantes burladas. A las aguas del Vístula. Al alcohol adulterado. A las corrientes eléctricas. A la pulmonía. A las tentaciones del suicidio. A que los confundieran con judíos. Al tétanos y la meningitis. A la próstata y los asesinos. Habían sobrevivido a la ciudad capital de la muerte
  • Vilma Rodriguezhas quoted2 years ago
    Allá atrás iba quedando el fantasma de Varsovia. Sus edificios esqueleto. Sus calles muerte. Su historia ceniza.
    A un lado y a otro flotaban los muertos de Powązki. Ciento cincuentaicinco años de muerte y llanto y resignación. De eterno silencio.
    En el centro de las aguas. Cuatro hombres bebían. Celebraban.
    Y a menos que alguien demostrara lo contrario, esa noche, navegando hacia los siete mares, Feliks, Ludwik, Kazimierz y san Eugenio de Varsovia eran inmortales.
    Y lo serían para siempre
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