Tengo propensión a la monomanía: me obsesiono con una idea y no puedo apartarla de mí, da vueltas y vueltas. Una novela sería algo torturante; terminaría quemando todo. Los cuentos, en cambio, están listos en unas horas. Esto no es cierto. A veces tardo meses en corregir, palabra por palabra, un cuento de cinco páginas.