Un leve golpe de nudillo en el borde de la campana (no estaba a más de cinco pies del suelo) hacía jadear pesadamente al gran monstruo, y un bastonazo desencadenaba cien ecos de voces agudas alrededor de las tinieblas de su cúpula.
Itzel Casaña Floreshas quoted2 years ago
Soporté veinte campanadas y me alejé, nada avergonzado de haber tomado aquel sonido por un terremoto.