Juliet Escoria

verdad los bichos, y le susurré, “te amo,” por la primera primera vez, y lo dije en serio.

Creí decirlo en serio.

cuenta de su novia, que es siete años menor que tú y está cubierta de tatuajes. Ellos pelean mucho. Le preguntas si se dicen “Te amo” y dice que sí, pero que es algo que dice por decir.

. Hay algo malo muy adentro tuyo y lo sabes y siempre lo has sabido, pero él todavía no lo ve.

tu estarías ahí, atrapada y bonita, una vida encantada y de oro, pero no hecha para una chica como tú.

Había vivido con su jefe, que era cristiano, y pasar noches solo lo ponía suicida

Esta historia se supone que eran ellos: la pareja, dos per

personas, simétricas, ningún pedazo mío. Pero con cada respiro y con cada paso, me encuentro más entrelazada a ellos. Estamos trenzados uno sobre otro, como serpientes.

En fin. Aquí está la historia de los dos, la versión corta. Él empezó con la heroína y la dejó. Se juntaron. Pelearon mucho. Terminaron. Ella empezó con las inyecciones. Volvieron. Él volvió con las inyecciones. Ambos las dejaron. Terminaron. Comenzaron y renunciaron muchas veces más, las drogas y a ellos mismos. Eventualmente se dieron cuenta que sin importar nada, se quedarían infelices, y esto los hizo perfectos el uno para el otro. Eran almas gemelas ahora. Dejaron de drogarse por mucho tiempo, y se quedaron infelices y enamorados. Vivieron, y cuando fueron muy viejos empezaron a inyectarse otra vez porque sí. Y después se murieron.

Dos imágenes, las mismas pero diferentes, como al mirarse en un espejo manchado.

La ciudad estaba gris debajo de mí: el cielo, los edificios, las calles, el agua. Casi podía ver la muerte en cada ola blanca, en las puntas entrecortadas del río, la manera en que la ciudad y el invierno llamaban a los que podrían querer morir.