En su emblemático ensayo Visual Pleasure and Narrative Cinema (1975), la teórica fílmica Laura Mulvey abre una crítica al sistema audiovisual cinematográfico tradicional e introduce el concepto male gaze, es decir, la mirada masculina con la que habitualmente se aborda el discurso fílmico en el cine clásico, el cual se apoya en tres tipos de enfoques:
a) el de la cámara, que acota el espacio mostrado al público,
b) el de los personajes, que observan desde dentro a otras personas y objetos, y
c) el de los espectadores y espectadoras, que asumen la mirada de la cámara y los personajes a través de un proceso de identificación.