Los usos y costumbres, las reglas sociales y los prejuicios influyen en el comportamiento del ser humano, contribuyendo a crear y reforzar divisiones y abismos. Así, cuando un pensamiento arraiga en el trascurso de los siglos y se impone una teoría, tal vez por comodidad, que opera a partir de adeptos en su mayoría masculinos, no resulta nada fácil desterrar las convicciones aceptadas y heredadas.