Marlplazet

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

Pero el principito no respondió.

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

Pero el principito no respondió.

—¡Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces!

Y un poco más tarde añadiste:

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.

—El día que la viste cuarenta y tres veces estabas muy triste ¿verdad?

Pero el principito no respondió.

Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.

—¿Y dónde quieres que vaya?

—No sé, a cualquier parte. Derecho, camino adelante.

Y agregó, quizás, con un poco de melancolía:

—Derecho, camino adelante. No se puede ir muy lejos.

Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo.

Es posible que yo sea un poco como las personas mayores. He debido envejecer.

A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe.

—¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.