Peter Cossins

la Decana. «Creo que es la carrera más bonita, la que más a prueba nos pone y la más complicada de ganar», afirmó.

La expresión que se usaba por entonces era que corríamos «à la musette» [sin sueldo y con la única recompensa de la comida].

Lapize era el perfecto espécimen ciclista. «Cuenta con un aspecto de lo más enérgico, una mandíbula firme, una mirada centrada y un bigote puntiagudo, y todo esto le confiere el aspecto de ser todo un auténtico ciclista»,

Desgrange, añadiendo: «su tórax es firme, las piernas bien proporcionadas, con unos muslos poderosos, y las manos son las de un ciclista capaz de destruir cualquier manillar del mundo haciendo fuerza sobre el mismo mientras asciende por alguna colina».

coronando la cima del Col du Tourmalet, Lapize les gritó a los directores de carrera «¡son ustedes unos asesinos!»

Así como la bicicleta acabaría siendo identificada como el medio de transporte de las clases trabajadoras, con el ciclismo de competición comenzaba a suceder lo mismo. La libertad que la bicicleta le ofrecía a las clases trabajadoras británicas desentonaba con los deseos de las clases superiores, que se mostraban contrarias a que la bicicleta —en concreto, las personas que las montaban— pudieran campar por la campiña.

las diferentes sustancias que los ciclistas utilizaban para soportar las tres semanas de la carrera, y que iban desde ungüentos para caballos a toda suma de pastillas. «Corremos con dinamita», interrumpió Francis.