Carlos Pellicer

El silencio es tan claro que parece retoñar.
Es un gajo de sombra a cielo abierto,
es una ventana nueva acabada de cerrar.
Bajo la noche la vida crece invisiblemente.
Crece mi corazón como un pez en el mar.

Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano

¿Dónde encontrar una palabra nueva
para ti, junio, que las tienes todas?
Campo de espigas, vasta compañía.

C. PELLICER, “Tres recuerdos”, Otras imágenes

ETERNIDAD

DIVINA juventud, corona de oro,
ventana al Paraíso.
¡Te poseo total! (La muerte no figura
en el reparto íntimo.)
Oíd lo que cantan las musas:
enciende la noche, ha muerto el destino.

Reflejo de cien espejos

tu cuerpo

Tus pasos fueron caminos
de música.

Sabor de octubre en tus hombros,
de abril tu mano da olor.
Espejo de cien espejos

mi cuerpo,

anochecerá en tu voz.

Yo me tropiezo y caigo y de todos los rumbos
ciñe al parque un coral de veinte risas,
y así el poeta es fruto
comido de mujeres y de prisas.

La pausa entre dos golpes
da a una figura el par del otro instante.
Los músculos del cuello
hacen eco a los ruidos. Y parte una
canción que cruza el vértigo en la palma
de la mano del aire que la deja
en otro oído que al sentirla piensa
en cinematográficos amores.

ETERNIDAD
DIVINA juventud, corona de oro,
ventana al Paraíso.
¡Te poseo total! (La muerte no figura
en el reparto íntimo.)
Oíd lo que cantan las musas:
enciende la noche, ha muerto el destino.
6, 7 poemas, 1924