Apoyé los hombros contra la pared y le di un beso suave y húmedo. Sentí toda la piel de mi cuerpo despertando, derritiéndose y volviéndose loca, con una fuerza que no sentía desde la adolescencia. Abrí los ojos cuando acabó la canción, descansé la cabeza en el pecho del chico por un instante, y me fui.