Debemos destacar otras estrategias destinadas a hacer de modo que la imagen del templo aparezca como «acabada», cerrada en sí, ópticamente estable. El uso de las estrías, además de ser un sistema de captación de la luz, servía para impedir que se difuminara la forma de las columnas, para darles «más forma»; el entablamiento con arquitrabes, friso y cornisa, estaba marcado (por ejemplo, en el orden jónico) por trazos horizontales y verticales, por ritmos que tenían también la tarea de dar formalmente peso al cierre hacia el cielo de las columnas. En los cuatro ángulos del templo se colocaban las acróteras, cuya función era la de «encuadrar» la figura en el cielo, la de impedir que la figura perdiese, dilatándose, su medida.