Kazumi Yumoto

Déjalo en paz —respondí. Sabía que estaba pensando en la chica de la tienda. No hay que burlarse de esas cosas.

Vivir es algo más que respirar. Y morir tiene que ser algo más que dejar de respirar, supongo.

No sabía si sería capaz de cortar en tiras a un pez que sabía hablar. Además, todavía no me han enseñado a cortar sashimi de lenguado. Así que le dije que tenía que volver, que regresaría en otro momento, y entonces…

—¿Entonces?

—Me desperté.

Quizá, después de todo, morir sea demasiado fácil, ¿no creéis? —comentó Kawabe—

Quizá morir no sea tan raro. Al fin y al cabo, todo se muere —razoné, y Kawabe asintió—. Pero, aun así, me da miedo morir. ¿A vosotros no?

Es como si nacieran sólo para morir.

Si pienso que voy a morir antes de saber cortarlo, me entra miedo. Pero tampoco sé si me daría igual morirme después de haber aprendido.

Me gustaría encontrar algo así, algo que me permitiera morirme contento, incluso aunque no lo dominara del todo. No sé si vale la pena vivir si no encuentro nada.

Antes de que nos diésemos cuenta, había cuatro cojines en el suelo, con el algodón chafado por el uso y las fundas desgastadas de tanto plancharlas.

Quizá sea divertido ser viejo, porque cuanto más viejo eres, más recuerdos tienes. Y aunque el propietario de esos recuerdos se muera, los recuerdos permanecen,