Marie-José Mondzain, en su libro Image, Icône, Économie. Les sources byzantines de l’imaginaire contemporain (1996), sostiene que todo imperio necesita levantar un determinado orden de lo visible. Su tesis es que fueron los padres de la Iglesia católica quienes muy pronto descubrieron la solidaridad fundamental que vincula lo imaginario a la vida. Fueron los primeros en crear una pedagogía y una política del icono visible al servicio del poder bajo un concepto más amplio, como es el de economía. La imagen sirve como modo de organización de la vida cotidiana, por lo que las instituciones se dieron cuenta que para constituir su poder necesitaban regular el poder de las imágenes, no solo prohibirlas sino también controlar su producción. El deseo de ver y mostrar es inseparable del deseo de conocer y crear. Todo control de imágenes es un control del deseo: «La capacidad del sujeto para generar imágenes depende de una economía constituyente del deseo, por lo que las instituciones que constituyeron su poder se cuidaron de prohibir las imágenes o de controlar su producción y sus efectos»