Jáuregui mantiene una prosa poética que se envuelve en lo cotidiano, aquello que habita, hiere y sana. La comunidad marcada por la ausencia que lucha.
Feral es una novela que refleja ese lazo de amistad inquebrantable, muestra el miedo y lo cotidiano de ser mujer en un país donde la violencia es el pan de cada día.
Feral me dejó un huevo en el pecho.
El principio y el final, en tono poético, son muy buenos, pero el resto del texto es chillón y paranoico, literatura feminista de nicho para quienes se asumen como víctimas vicarias y wokes indignados, políticamente correctos. Novela coyuntural, producto de su tiempo de quejicas.