Agota Kristof

Te quiero muchísimo, Line, pero no tengo tiempo de pensar en ello, tengo que pensar en tantas cosas, ese viento, por ejemplo, tendría que salir ahora y pasear al viento. No contigo, Line, no te ofendas. Pasear al viento es algo que se debe hacer solo,

Estaba contento de seguir en el hospital, porque no quería volver a la fábrica. Me encontraba bien, me cuidaban, podía dormir

No podemos escribir nuestra propia muerte.

Fue el psiquiatra quien me dijo aquello, y estoy de acuerdo con él, porque cuando se está muerto, ya no se puede escribir. Pero yo creo que puedo escribir lo que me dé la gana, aunque sea imposible, aunque no sea verdad.

Solo quería descansar. No podía seguir con mi vida así, la fábrica y todo lo demás, la ausencia de Line, la ausencia de esperanza

de esa velocidad depende nuestro salario, nuestra vida.

Porque no tengo a nadie más. Y porque no me apetece cambiar. Hubo una época en la que cambié tanto que ahora estoy cansado.

Me habría gustado llorar un poco, pero no podía, porque no tenía ningún motivo para hacerlo.

Para nosotros, todo estaba bueno.

Mi madre era la ladrona, la mendiga, la puta del pueblo.

Yo estaba sentado delante de la casa, jugaba con la tierra arcillosa, la amasaba, formaba inmensos falos, pechos, nalgas.

Mi madre estaba llena de agujeros, como nuestra casa, mi ropa, mis zapatos. Yo taponaba los agujeros de mis zapatos con barro.

Mi madre iba a la cocina a lavarse el trasero en un cubo, se secaba con un trapo, volvía a dormir. No me hablaba casi nunca y jamás me dio un beso.