José Soto Chica

  • Josmary Pirelahas quoted2 years ago
    Llovía. Agua fría en un atardecer de acero. Agua mezclada con sangre. El caos y la tormenta. La desesperación y la destrucción de un ejército.
  • Josmary Pirelahas quoted2 years ago
    Gritos. Muerte. Sangre. Lluvia. Se abren paso a fuerza de lanza y espada.
  • Josmary Pirelahas quoted2 years ago
    «Somos hijos de un Dios furioso. Un Dios que habita en una espada», recuerda las palabras de su padre.
  • Josmary Pirelahas quoted2 years ago
    —Lo hemos cambiado todo, Valtario —dice al fin el rey.

    —¿Cambiado?

    —Sí, ahora son ellos los que tienen miedo. El tiempo de los romanos ha terminado. Ahora es nuestro tiempo. Ahora decido yo: decido si asaltar esas murallas o seguir hasta Malaca; decido si deben morir o vivir; decido si hago cautivos o no. Ellos pasan miedo; nosotros cobramos vidas y botín.
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    Aunque es cierto que las fuentes recogen casos de dificultades en la recluta, por ejemplo los de los famosos múreos, esto es, mutilados que se cortaban los pulgares para librarse de ser enrolados, y que la legislación de Valentiniano y Valente (364-378) está llena de durísimos castigos contra los que trataban de evadir su alistamiento, lo cierto es que hay que sopesar que dichos casos se dieron sobre todo en Italia y que en lugares como las Galias, Iliria, Tracia o Asia Menor, esto es, en los verdaderos semilleros de reclutas para el ejército romano del siglo IV, nunca tales problemas se volvieron sistémicos
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    Ya señalé otras dos cuestiones fundamentales: el cada vez mayor desapego de las élites hacia el poder central y el acaparamiento de poder en manos de un solo alto mando del ejército occidental: el magister peditum in praesentis.
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    En todos los casos anteriores se demostró la realidad más contundente y menos visible del Imperio romano: que, en última instancia, dependía de la buena voluntad y colaboración de las élites regionales y locales para poder controlar y gobernar de forma efectiva un territorio tan extenso.
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    ¿Por qué esta exagerada tendencia de las élites romanas del siglo IV a la rebelión y a la guerra civil? Pues porque en un Estado imperial en donde la sucesión no estaba ni reglada, ni pactada, y en donde el acceso al poder estaba por completo sujeto a la voluntad del emperador, cualquier cambio en la jefatura del Imperio traía consigo no solo peligros, sino también nuevas oportunidades. La insaciable búsqueda de estas últimas era un peligroso motor de cambio.
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    Como veremos más adelante, Oriente fue capaz de dotarse de una organización y de una estabilidad política que limitaron el ansia de oportunidades de sus élites militares y civiles, mientras que Occidente no pudo detener, sino todo lo contrario, el retumbar de los cornos de la guerra civil.
  • Carlos Vasquezhas quoted2 years ago
    Los atacotes, los Athach Tuatha en gaélico, «los sometidos», un oscuro pueblo vasallo de las tribus gaélicas irlandesas que en la segunda mitad del siglo III se había alzado contra sus dominadores y huido al sur de Caledonia (sur de Escocia) y que mantenía costumbres tan salvajes como la antropofagia ritual y la posesión en común de las mujeres, se había aliado con los pictos, tan fieros como ellos y famosos por cubrir sus rostros y cuerpos con intrincados tatuajes azules, así como con los gaélicos escotos de Hibernia. La confederación norteña desbordó el Muro de Adriano y, en connivencia o no, con los piratas francos y sajones del norte de Germania, puso en jaque al ejército romano desplegado en Britania.
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