Esta influencia directa o subterránea, estilística o temática, beneficiosa o mal asimilada, se ha ejercido sobre realizadores muy distintos entre sí, como, por ejemplo, Henri Verneuil (Gran golpe en la Costa Azul), Alain Resnais (Muriel; La Guerre est finie), Philippe de Broca (El hombre de Río), Orson Welles (El extranjero), Vincente Minelli (Undercurrent), Henri-Georges Clouzot (Las diabólicas), Jack Lee Thomson (El Cabo del Terror), René Clément (A pleno sol; El día y la hora), Mark Robson (El Premio), Edward Dmytryk (Espejismo), Robert Wise (La casa de la colina; The Haunting), Ted Tezlaff (La Ventana), Robert Aldrich (¿Qué fue de Baby Jane?), Akira Kurosawa (El infierno del odio), William Wyler (El Coleccionista), Otto Preminger (El rapto de Bunny Lake), Roman Polanski (Repulsion), Claude Autant-Lara (El Asesino), Ingmar Bergman (Prisión; El manantial de la doncella), William Castle (Homicidio; etc.), Claude Chabrol (Les Cousins; L’Oeil du Malin; Marie Chantai contra el Dr. Ka), Alain Robbe-Grillet (L’Inmortelle), Paul Paviot (Retrato Robot), Richard Quine (Un extraño en mi vida), Anatole Litvak (Le Couteau dans la Plaie), Stanley Donen (Charada; Arabesco), André Delvaux (L’Homme au crâne rasé), François Truffaut (Fahrenheit 451), sin olvidar, naturalmente, la serie de James Bond que representa con nitidez una caricatura grosera y torpe de toda la obra hitchcockiana y muy en particular de North by Northwest.