odas las doncellas llevaban sus cestas, sabiendo que las flores estaban ya en su momento perfecto. La de Europa era de oro, exquisitamente grabada con figuras que representaban, por raro que parezca, la historia de Io, sus viajes bajo la forma de una vaca, la muerte de Argos y a Zeus tocándola con la suavidad de su mano divina y haciendo que volviera a ser mujer. Era, como puede imaginarse, una maravilla digna de contemplar, confeccionada nada menos que por Hefesto, el trabajador celestial del Olimpo.