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Kiran Millwood Hargrave

  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Cada uno de nosotros lleva el mapa de su vida en la piel, en la manera en que camina, hasta en cómo ha crecido, solía decir papá. ¿Ves? Aquí la sangre de mi muñeca se ve negra, no azul. Tu madre siempre decía que era tinta, y que yo era cartógrafo hasta en lo más profundo de mi corazón.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Pablo era un milagro. Siempre nos había asombrado a Gabo y a mí, como al resto de habitantes del pueblo, porque era muy fuerte. A los diez años era capaz de levantar a sus padres, uno en cada brazo, por encima de los hombros. Cuando Pablo te llevaba a caballito, era como volar, pero hacía mucho tiempo que no lo veía.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Recuerdo eso, el dolor de barriga de tanto reír. Me volvió a doler igual dos meses más tarde, cuando mamá murió, pero no fue porque me riera. Fue un dolor más agudo y nadie nos sacó del pozo esa vez. Pasaron tres años y las mismas fiebres se llevaron a Gabo. Y tres años después de eso, el recuerdo de la mina de barro aún me provocaba un nudo en la garganta.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Soy su madre. Me dijo que erais amigas. Pensé que tal vez sabrías dónde está.
    Me sentí incómoda. Era cierto que, de entre todos los niños de la escuela, yo era la que mejor se portaba con Cata, pero no éramos amigas. Cata era muy reservada y la mayoría de niños la ignoraban.
    —Lo siento —quise decir—. Yo no…
    —La he buscado por todas partes. No estaba en casa cuando me desperté y…
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¡Isa!
    Me di la vuelta y vi a Lupe corriendo hacia mí por la plaza, con su bolsa al viento. Los otros se apartaron de ella. La hija del Gobernador no tenía muchos amigos, aunque eso a Lupe no le importaba demasiado o, al menos, no hablaba de ello.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Hacíamos una extraña pareja, Lupe y yo. Ella era casi tan alta como un chico y yo, más pequeña, no le llegaba al hombro. Parecía todavía más alta después de no habernos visto durante todo un mes. Su madre no estaría contenta: la señora Adori era una mujer menuda y elegante, de ojos tristes y gélida sonrisa. Lupe decía que nunca la había visto reír y que decía que las niñas no deberían correr ni tenían derecho a ser tan altas como ahora Lupe.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Papá me ha dejado escoger los colores. Habrá uno dorado, uno azul y dos rojos…
    Dejé parlotear a Lupe mientras emprendíamos el atajo por los campos. Probablemente tenía razón. Me dije que incluso si habían pillado a Cata en el jardín, no era posible que los hombres del Gobernador hubieran arrojado a una niña al Dédalo solo porque creyeran que estaba robando un poco de fruta. Habría sido un castigo excesivamente cruel. Decidí que sería el doble de amable con Cata en la escuela y quizá hasta la invitaría a ver los fuegos artificiales del cumpleaños de Lupe desde mi jardín. De repente, se detuvo y dijo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —preguntó Lupe, extrañada.
    —Ha habido… Bueno, tu padre te lo dirá. Hoy no hay clase.
    —¿Cómo que no hay clase? —exclamé, anonadada—. ¿Por qué no?
    —¡Basta de preguntas! —replicó la profesora, y de repente su cara palideció al ver algo a nuestras espaldas.
    Nos giramos y vimos un carruaje tirado por dos sementales pardos, que avanzaban lentamente por el camino lleno de baches que llevaba al pueblo. Los animales parecían inquietos, caracoleaban y agitaban sus crines. Dos hombres permanecían apostados al lado del conductor y el sol hacía brillar las hojas de sus espadas.
    Las cortinas azules del carruaje estaban echadas, para proteger a los pasajeros del calor. Pero incluso a esa distancia, divisé al trasluz de la seda azul la silueta corpulenta del Gobernador y la menuda figura de su esposa.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    emocionada. ¿Por qué habían cerrado la escuela? ¿Y por qué el Gobernador en persona había venido a buscar a Lupe? Nunca lo había hecho antes
  • Dianela Villicaña Denahas quoted2 years ago
    Apreté las manos y una oleada de ira ascendió desde la boca de mi estómago. ¿Para qué había venido aquí? ¿Por qué trataba Joya como si le perteneciera, como si no fuera de la gente que había vivido aquí durante siglos? Por su culpa, jamás había podido ver el resto de mi isla, ni mucho menos explorar el mundo, y la habilidad de mi padre como cartógrafo ya no tenía en qué emplearse. Por su culpa, los pájaros cantores se habían ido. Masha sostenía que también era culpa suya que el río se hubiera secado, pero papá decía que eso era solo una superstición
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