La enorme fuerza que cobraba la derecha fue determinante para que el presidente Cárdenas eligiera sucesor, pues entre sus reformas al sistema no se incluía la voluntad de democratización sino más bien la consolidación de los poderes impresionantes de la presidencia. En el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) eran visibles dos campañas vigorosas que buscaban la candidatura oficial a “la grande”. Una de ellas, la del general Francisco J. Múgica, secretario de Comunicaciones, representaba la continuidad y ampliación de las reformas revolucionarias, y era la opción natural de la izquierda. Cárdenas sabía que si se inclinaba por Múgica, como muy posiblemente lo deseaba, las derechas se exacerbarían en su contra y la situación podía resultar inmanejable.