El laberinto es una de las metáforas del poder de la ciudad: necesitamos una palabra para describir la forma en que se escabulle justo cuando creemos que la hemos entendido, para expresar la capacidad de actuar que parece tener por sí misma, la manera en que nos frustra, nos confunde, se ofusca, el modo en que nos pide toda nuestra habilidad para encontrar formas de derrotarla.