Por eso muchos padres, en contra de su instinto, actuaban como les habían dicho que era mejor para sus hijos: dejándoles llorar, no cogiéndoles en brazos, encerrándoles en una habitación oscura con pocas semanas de vida para que se acostumbraran a dormir solos, negándoles por sistema cualquier demanda, todo ello, para que no se acostumbre