Atul Gawande

A nuestro modo de ver, y al de nuestros catedráticos, el objetivo de la enseñanza de la medi­cina era que aprendiéramos a salvar vidas, no a cómo atender a su final

En una fecha tan reciente como 1945, la mayoría de los fallecimientos se producían en el domicilio. Ya en la década de 1980, eso tan sólo ocurría en el 17% de los casos. Los que por algún motivo se morían en su casa fallecían de una forma demasiado repentina como para conseguir llegar al hospital –digamos de un infarto de miocardio masivo o un ictus muy grave, o debido a heridas violentas– o bien estaban demasiado aislados como para llegar a algún sitio donde pudieran ayudarles

La muerte, por supuesto, no es un fracaso. Es algo normal. Puede que la muerte sea el enemigo, pero también es el orden natural de las cosas

En muchas sociedades, los ancianos no sólo inspiraban respeto y obediencia, sino también dirigían los ritos sagrados y ejercían el poder político.

Pero aun así, la medicina ha logrado posponer cada vez más el momento fatídico de muchas enfermedades. Por ejemplo, las personas que padecen un cáncer incurable pueden gozar de unas condiciones sorprendentemente buenas durante un largo periodo después del diagnóstico

Necesitamos ayuda, a menudo durante largos periodos, y lo consideramos una debilidad, en vez del nuevo y previsible estado de las cosas. No hacemos otra cosa que contar las típicas batallitas de ancianos de noventa y siete años que corren maratones, como si ese tipo de casos no fueran un milagro de la lotería biológica

Las paredes del corazón se hacen más gruesas porque tienen que bombear contra esa presión, y son menos capaces de responder a las exigencias de un esfuerzo. Por consiguiente, la fracción máxima de eyección del corazón va decreciendo constantemente a partir de los treinta años de edad. Poco a poco, la gente va siendo menos capaz de correr tanto tiempo o tan rápido como antes

pero ahora que esa cifra se aproxima al 20%, la idea resulta cada vez más insostenible

Y en parte, aunque no queramos admitirlo, a muchos médicos no les gusta atender a los ancianos

Las personas mayores que no presentan esos factores de riesgo tienen una probabilidad del 12% de caerse a lo largo de un año. Los que presentan los tres factores de riesgo tienen una probabilidad de casi el 100%