Amor y otras palabras

Siento haber estado tan callado esta noche —dijo, con vacilación.

Lo miré a los ojos a través del espejo.

—Me gusta tu silencio. Tu corazón no es silencioso

Te lo dije solo una vez hace, no sé, cinco meses.

—¿No deberías tener que decírmelo solo una vez

Tú eres el amor de mi vida. Pensaba que sería capaz de superarte en algún momento, pero cuando te vi ayer… —Sacude la cabeza—. No me pude ir a casa con otra persona y fingir que la quería

—No seas ridícula. Es el primer tío que te ha aguantado más de tres citas: por supuesto que me cae bien. Se merece mi cariño solo por haber batido ese récord.

Y poque cuando encuentro ese libro que hace que deje de pensar durante una hora o más, me olvido de todo por fin.

Y porque mi padre piensa en mi madre cada vez que me compra un libro.

Y porque tú estás aquí y me siento mil veces menos sola contigo

—Me encanta este armario porque me encanta leer.

«Ayer vi a Elliot Petropoulos por primera vez en casi once años y me di cuenta de que aún estoy enamorada de él y de que tal vez siempre lo estaré. ¿Todavía quieres casarte conmigo?».

Él es mi persona. Él siempre ha sido mi persona. Mi mejor amigo, mi confidente, quizás el amor de mi vida.

Cuando Macy esté tan cansada después de clase que no pueda ni formular una frase, llévala lejos del estrés. Encuentra un sitio tranquilo donde pasar el fin de semana y que le permita respirar un poco

Recuerdo como la abrazaba cuando volvía del trabajo. La envolvía entre sus brazos y hundía el rostro en su melena. Los brazos de mi padre se convertían en un paréntesis que contenía su frase de amor particular.