—¿Qué sentido tenía volver a rehabilitación si sólo ibas a empezar a beber de nuevo?
Mi corazón se siente como si alguien lo hubiera partido con las fauces de la vida.
—Había perdido la razón para estar sobrio en primer lugar.
Sus cejas se fruncen.
—¿Por qué? ¿El dinero? ¿El hockey? ¿La voluntad de vivir una vida normal?
—Tú, Lana. Te perdí.