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Ana María Shua

Contra el tiempo

  • (esc) rito de iniciaciónhas quoted4 years ago
    «El cuentista, como todos, tiene sus ilusiones. El cuentista cree que hay un detalle del universo que lo explica y lo contiene: con su red y su lazo sale a la caza de ese ínfimo detalle esquivo. El universo, sin embargo, no tiene explicación ni tiene límites. De ese fracaso nace el cuento».
  • Jessica Petrinohas quoted6 months ago
    la felicidad exige la anulación de los deseos.
  • (esc) rito de iniciaciónhas quoted4 years ago
    Lo que no le interesa a los adultos, aburre a los chicos.
  • Miguel Ángel Vidaurrehas quoted4 years ago
    Mel Brooks dice «Tragedia es cuando uno se corta un dedo; comedia es cuando el otro va caminando, se cae en una alcantarilla y se muere»
  • Andrés Gordohas quoted3 days ago
    Una vez dijiste: «Los escritores somos vampiros de la vida, vivimos y nos miramos vivir». Del otro lado del espejo, los lectores también nos miramos a través de los libros. ¿Hay algo hipnótico en la literatura?

    Vampiros de la vida, sí: nos alimentamos de la vida propia pero también de la ajena, absorbemos vida para transformarla en palabras. Vivimos a medias, espectadores de nosotros mismos. Para nosotros, toda experiencia es también, cruelmente, fuente de escritura. Pero además los escritores somos, en primer lugar, grandes lectores. Hemos atravesado esa forma de hipnosis que es la lectura: para un verdadero lector, un estado de trance del que no es fácil despertar. Y ahora queremos provocarlo en otros.
  • Andrés Gordohas quoted4 days ago
    En un cuento de Andersen, los Zapatos de la Suerte cumplen los deseos de quien los lleve puestos y esa realización trae desdicha. Cuando alguien se atreve a desear, en forma simple y directa, ser feliz, recibe la muerte. No porque los zapatos mágicos hayan fallado, sino todo lo contrario: porque la felicidad exige la anulación de los deseos.
  • Andrés Gordohas quoted4 days ago
    Había creído, entonces, que sería fácil rechazarla, separarse de ese abrazo húmedo que había devuelto sin calor. Pero a medida que pasaban los días, la exaltación y el desafío habían terminado por disolverse en una soledad ácida, constante, mientras el horror y la pena seguían allí, aferrados a su carne vieja. Era injusto: era injusto. Después de haberla sentido sobre él como una larga, irreversible invalidez que había arrastrado a lo largo de la vida sintiéndose, bajo su carga, la mitad de sí mismo, seguía haciéndole daño desde su muerte, pesando sobre él con su ausencia cotidiana, esa muerte monótona de la que nunca volvía para ver, por ejemplo, la casa nueva de fin de semana, recién pintada, a sus nietos altos, brillantes y hermosos nadando en la pileta.

    Todas las mañanas volvía a despertarse sorprendido en la cama vacía y podía medir el diámetro y la negrura del pozo que Olga había dejado en su vida. Ese pozo que trataba de tapar (no era hombre de pocos recursos él, no de esos que se sientan a llorar, lamerse las heridas) arrojándole las horas ocupadas en la empresa, los viajes, los proyectos, las comidas, el diario de la mañana y el de la tarde, los fines de semana con los hijos, los asados, los noticieros de televisión y algunas series, y el pozo se lo tragaba todo, el insondable pozo, el triste agujero. Y entonces, allí estaba su hija Marta, viuda también desde hacía tantos años y, naturalmente, se habían «hecho compañía».
  • Andrés Gordohas quoted4 days ago
    Y entonces llegó a él el recuerdo. Llegó de verdad, sobrevolando las palabras, irrumpiendo a través de las frases tantas veces repetidas que habían llegado a ser solamente memoria de otras frases, relatos de relatos.
  • Andrés Gordohas quoted4 days ago
    Porque Olga había muerto y una pequeña pero nítida voz en su interior no dejaba de repetir por fin. Cuarenta y tantos años de casados. Abrazados al final, es cierto: abrazados como dos boxeadores que han empleado todos sus recursos a lo largo de la lucha y en el último round se enlazan, agotados, en un clinch interminable. Durante más de cuarenta años Olga lo había odiado y temido, durante más de cuarenta años él la había despreciado, durante más de cuarenta años se habían aburrido juntos. Y ahora que todo había terminado, Marta venía a él, a ofrecerle su compañía como si todo pudiera volver a empezar, el aburrimiento, el odio y el desprecio.
  • Andrés Gordohas quoted5 days ago
    Todavía se quieren más de lo que se conocen.
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