Esa faceta de predicadora –transmisora e intérprete de la Palabra y la Tradición– aparece también en la La leyenda dorada, del dominico Jacobo de la Vorágine (1264). En ella. Sin embargo, su tradición y su figura se mezclaron con los rasgos de otras figuras de procedencia diversa y sufrieron desarrollos populares y legendarios que, en cierta medida, rebajaron el alcance contracultural que tuvo su memoria en los inicios.