Justicia feminista al borde del tiempo

Pero la matriz punitivista no ha hegemonizado solo nuestras estrategias legales, sino también las prácticas, pasiones y horizontes de justicia, haciendo posible determinados modos de resolución de conflictos al interior de nuestros colectivos y redes afectivas (Cano 2018).

hemos tenido la fuerza de convertir ese dolor en resistencia que, junto a la digna rabia que reivindican las zapatistas, es un deseo de otro mundo

porque lo comunitario es por definición antagónico al capital,

¿Por qué creer que en tiempos líquidos y de comunidades fragmentadas, todavía es posible, e incluso urgente e imprescindible, imaginar formas plurales de hacer justicia de manera comunitaria y feminista?

instituciones, ni los medios, ni la política tradicional, en nuestro construir juntas.

se trata, precisamente, de generar los espacios que no propician ni las institucio

antipunitivismo es una pregunta por cómo recibir una crítica, cómo escuchar el dolor, cómo hacer cuerpo el conflicto,

esclarecer la verdad, reconocer, consensuar, cooperar son ejercicios que deben intentarse, incluso varias veces

En ese sentido es importante reconocer los límites de los círculos o los dispositivos de justicia alternativa no punitiva porque no pueden cubrir la totalidad de elementos que resultan de estas situaciones que atraviesan tantas capas de complejidad.

es indispensable que los colectivos afectados por las violencias de género cuenten con contextos para resignificar esas experiencias desde la dignidad, y esta experiencia de justicia restaurativa nos deja claro que los círculos tuvieron el alcance de propiciar las condiciones de reconocimiento por parte del hombre que ejerció las violencias, pero no de la reparación.