Para él, lo sucedido era una prueba de su fidelidad, pero para mí era la prueba de que todo estaba pasando justo como yo me temía: en sofás ajenos, rodeados de botellas. Mientras yo lo esperaba en casa sola, sobria, celosa, angustiada y temerosa, él ponía a prueba los límites de lo posible, buscando los cercanos contornos de la transgresión. Me ponía enferma pensar que Dave y Destiny conocían la existencia de ese instante –un secreto entre ambos– y yo no.