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Franco Nembrini

El arte de educar

  • b7202291199has quoted6 hours ago
    Este elemento de la elección contaba con dos puntos claves para que la considerásemos un privilegio: primero, una relación absolutamente única y de predilección con mi madre, que luego durante el día tenía muy poco tiempo, pero en ese momento había pensado en mí. Y después, al volver de misa, nos parábamos en la lechería a tomar chocolate caliente. ¡Que era algo que no nos podíamos permitir nunca! Pero si ibas a misa, tenías la suerte de tomar chocolate. ¡Para mí Jesús, entonces, no iba asociado a la forma sagrada, sino que sabía a chocolate! ¡Para mí Jesús tenía un sabor delicioso, muy pero que muy rico! Cuando era pequeño, mezclaba las dos cosas: ¡Jesús está muy rico, riquísimo!
  • b7202291199has quoted7 hours ago
    Otra persona me preguntaba qué podía hacer con uno de sus hijos, que con ocho años no quiere ir a misa. Yo, en este sentido, he tenido mucha suerte, porque cuando era pequeño mi madre iba todos los días a misa, a las cinco de la mañana, y uno de los recuerdos más bonitos que tengo es cuando tenías el privilegio de ser elegido: todas las mañanas elegía a uno, en el silencio de la noche venía, me despertaba y me decía: «Franco, ¿vamos a misa?»: me había elegido. Puede que fuésemos tontos, no lo sé, está claro que los chicos de hoy en día son diferentes; pero en este ejemplo hay una idea inteligente: me había elegido a mí.
  • b7202291199has quoted7 hours ago
    entonces te vas a África. Y cuando tus hijos te dicen: «Bueno, ya sólo nos faltaban los negros, ahora sí que estamos apañados». Ante esta reacción, ¿qué hago? ¿Cómo les explico que el último pensamiento que podía tener en la vida eran África y sus moradores, pero que ahora nos hacemos cargo de alguno de ellos? ¿Cómo se lo explico? ¡No se lo expliqué! Pedí dinero prestado —porque cuesta mucho el viaje— y fuimos a África toda la familia las navidades del año pasado. Cuando volvimos a casa, me dijeron: «Papá, ahora es como si fuésemos por ahí con un letrero colgado del cuello que dice: “Si me quejo, pegadme”, porque ya no podemos lamentarnos de nada, habiendo visto cómo vive esta gente».
  • b7202291199has quoted7 hours ago
    Este es el aspecto clave que determina lo que son verdaderamente la paternidad y la maternidad. Somos todos padres putativos, esta es la cuestión: los hijos no son nuestros. Con el Bautismo se los encomendamos a la Iglesia porque mediante este sacramento aparece la verdad de lo que son: no son hijos “nuestros”, sino hijos de la Verdad, hijos de Dios. «Realmente somos hijos de Dios», dice san Juan. Pero cuando uno dice que sus hijos son hijos de Dios tiene que sacar conclusiones, tiene que reconocer que no le pertenecen como una propiedad.
  • b7202291199has quoted7 hours ago
    Una vez mi hijo Andrea cuando tenía 15 años me dijo muy serio: «Pero papá, ¿somos una familia normal?». Porque todo lo que hay fuera de aquí dice lo contrario: el colegio, la televisión, los amigos.
    Entonces entendí que mi hijo percibía una absoluta diferencia entre la educación que recibía en casa y la vida fuera de ella, la vida en el mundo de los demás. Se trataba de hacerle ver otro «mundo», pero otro mundo en «este» mundo.
  • b7202291199has quoted15 days ago
    En el ámbito educativo el problema no es la generación de los hijos sino la generación de los padres, no es la generación de los discípulos sino la de los maestros.
  • b7202291199has quoted15 days ago
    como bien sabemos los adultos, no se puede estar mucho tiempo triste sin volverse malo.
  • b7202291199has quoted15 days ago
    Muchas veces digo: «Señor, ¡dame cinco minutos de paciencia más!», y son suficientes. Cambian el resto de la jornada o transforman un acontecimiento determinado. Hacen falta mucha paciencia y mucho amor para perdonar una y otra vez, descubriendo que es algo hermoso.
  • b7202291199has quoted15 days ago
    Vino a verme el padre de una alumna mía (una chica un poco especial, que tenía sus rarezas) muy preocupado y dolido porque su hija le hacía sufrir. Llamó a mi casa una noche, cenamos juntos y, al final describiendo abiertamente lo que le preocupaba verdaderamente, se echó a llorar (porque se había dado cuenta de que entre su hija y yo sí que había cierta sintonía, que de alguna manera yo la entendía), se subió la manga de la camisa enseñándome las venas y, casi gritando desesperadamente, me dijo dándose con la mano en el brazo: «Profesor, yo la fe la llevo en la sangre, pero no consigo transmitírsela a nadie. ¿Usted puede hacerlo? Usted lo puede hacer: hágalo, por favor, porque yo la llevo en la sangre, pero ya no sé cómo comunicársela a mi hija».
    En ese momento me di cuenta de que hoy el problema de la Iglesia es el método, el camino, y que la genialidad de lo que don Giussani ofrece a la Iglesia y al mundo es esto: descubrir que, cuando la fe vuelve a ser un acontecimiento presente, se puede transmitir, comunicar.
  • b7202291199has quoted15 days ago
    La educación comienza cuando un adulto intercepta esta pregunta y siente el deber y la responsabilidad de responderla. Pero está claro que no podrá responder con reglas, consejos o teorías: solo puede responder con su vida.
    Como dice el Deuteronomio 6, 20-25: «Mañana cuando tu hijo te pregunte: “¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová, nuestro Dios, os mandó?”, entonces dirás a tu hijo: “Nosotros éramos siervos del Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre el Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos mandatos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida como hasta hoy. Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová, nuestro Dios, como él nos ha mandado”».
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