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Franco Nembrini

El arte de educar

Para Franco Nembrini educar es la vocación de la vida humana. Ha dialogado constantemente sobre la experiencia educativa con padres, profesores, educadores de instituciones de distinto género, incluidos médicos y funcionarios públicos. El arte de educar. De padres a hijos recoge algunas de sus intervenciones más significativas en las que, con lenguaje llano y directo, expone su amplísima experiencia, ofreciéndola a todos los que en cualquier ámbito de la existencia deseen ser acompañados en la difícil y fascinante tarea de transmitir a los jóvenes una esperanza para la vida.

Como afirma José María Alvira, secretario general de Escuelas Católicas, en su prólogo a esta edición: Franco Nembrini se siente ---como tuve ocasión de comprobar personalmente cuando lo conocí en Roma hace ahora un año--— educador, padre y profesor de manera inseparable. Y lo es realmente. Es fácil comprobarlo a través de las páginas que siguen. Bastaría con leer las palabras que nos deja casi al terminar el libro: Al final hay una sola razón que rige todo lo demás: el amor por una mujer, el amor por los amigos, el amor por el estudio, el amor por los pobres del tercer Mundo. El amor o existe o no… Tras el increíble encuentro con la verdad, la belleza y el bien, podrás volver a decirles a los hombres que la vida es grande y positiva, que la última palabra no la tiene esa selva oscura, sino una luz infinita, una belleza infinita, un amor insondable.
291 printed pages
Copyright owner
Bookwire
Original publication
2014
Publication year
2014
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Quotes

  • b7202291199has quoted3 hours ago
    Este elemento de la elección contaba con dos puntos claves para que la considerásemos un privilegio: primero, una relación absolutamente única y de predilección con mi madre, que luego durante el día tenía muy poco tiempo, pero en ese momento había pensado en mí. Y después, al volver de misa, nos parábamos en la lechería a tomar chocolate caliente. ¡Que era algo que no nos podíamos permitir nunca! Pero si ibas a misa, tenías la suerte de tomar chocolate. ¡Para mí Jesús, entonces, no iba asociado a la forma sagrada, sino que sabía a chocolate! ¡Para mí Jesús tenía un sabor delicioso, muy pero que muy rico! Cuando era pequeño, mezclaba las dos cosas: ¡Jesús está muy rico, riquísimo!
  • b7202291199has quoted3 hours ago
    Otra persona me preguntaba qué podía hacer con uno de sus hijos, que con ocho años no quiere ir a misa. Yo, en este sentido, he tenido mucha suerte, porque cuando era pequeño mi madre iba todos los días a misa, a las cinco de la mañana, y uno de los recuerdos más bonitos que tengo es cuando tenías el privilegio de ser elegido: todas las mañanas elegía a uno, en el silencio de la noche venía, me despertaba y me decía: «Franco, ¿vamos a misa?»: me había elegido. Puede que fuésemos tontos, no lo sé, está claro que los chicos de hoy en día son diferentes; pero en este ejemplo hay una idea inteligente: me había elegido a mí.
  • b7202291199has quoted3 hours ago
    entonces te vas a África. Y cuando tus hijos te dicen: «Bueno, ya sólo nos faltaban los negros, ahora sí que estamos apañados». Ante esta reacción, ¿qué hago? ¿Cómo les explico que el último pensamiento que podía tener en la vida eran África y sus moradores, pero que ahora nos hacemos cargo de alguno de ellos? ¿Cómo se lo explico? ¡No se lo expliqué! Pedí dinero prestado —porque cuesta mucho el viaje— y fuimos a África toda la familia las navidades del año pasado. Cuando volvimos a casa, me dijeron: «Papá, ahora es como si fuésemos por ahí con un letrero colgado del cuello que dice: “Si me quejo, pegadme”, porque ya no podemos lamentarnos de nada, habiendo visto cómo vive esta gente».

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