La mano que cura

«La escribiré con sangre
con tinta sangre del corazón».

Lo sé como se saben las cosas verdaderas, con el vientre.

porque el aguacate estaba como tristón

sintió ese dolor como un recuerdo raro, como si no le hubiera pasado a ella, sino que se lo hubieran contado.

Uno es un canal por donde pasa lo que es verdad. Todo lo que va a ser ya fue. Los poderes le muestran a uno cómo hacer que vuelva a ser.

La mamá no me dice nada y de alguna manera empiezo a entender que si habla corre el riesgo de desbaratarse, de llorar hasta ahogarse, de sacar todos los miedos y los reclamos y los lamentos que guarda desde que supimos que el papá se moriría.

Se mira las manos y parece derrotada, cosa que nunca he visto en ella, porque mi mamá nunca pierde, nunca cede, nunca se rinde.

los ojos grandes, los de la mamá verdes y los de Estefanía amarillos. A veces, cuando me miran al tiempo, se siente como si me observaran águilas. Algo en el fondo de sus ojos lastima como un punzón, como una garra.

Es un trabajo ingrato que cada vez se le nota más en la cara, en las ojeras, en la voz triste. E

Veo ideas subrayadas con lapicero.